Aunque suene extraño el que busca
algo al final lo encuentra. Puede que el hallazgo no esté a la vuelta de la
esquina cómo se pensaba y sea lejano e impensable el lugar, pero se localizará.
Los propósitos se logran enseguida si se quiere, y si se tarda en dar con el
resultado será por falta de insistencia. Pondré dos ejemplos, uno óptimo y otro
pésimo sobre los logros:
Caso A: Un señor quiere que su
disco se comercialice y visita diferentes casas discográficas para dar a
conocer su música. En algunas empresas le aseguran que contactarán con él lo
antes posible, pero recibe negativas de los estudios tras oír su maqueta. El
músico acaba por resignarse y aunque sabe que talento no le falta deshecha
cualquier ilusión dando un portazo a su proyecto.
Caso B: Un señor quiere que su
disco se venda y contacta con un sello discográfico para presupuestar todo tipo
de gastos. Preguntará en la misma productora sobre distribuidores. Y tras sacar
cálculos y meterse en préstamos, si es que sus ahorros se lo permiten, verá su
trabajo expuesto en los escaparates de las tiendas de discos.
El caso A esperaba que se lo
dieran hecho mientras que en el ejemplo B, el personaje se encargó de pagarse
su disco y lo más importante: Tener un distribuidor para que en cuanto el disco
estuviese terminado se lo colocase en los stands de las tiendas.
Así cómo el primer ejemplo tiene
un carácter conformista, el segundo caso tiene un riesgo considerable:
Embarcarse en una inversión complicada. Aunque damos por hecho que al sacar
cuentas le pareció acertado, y contamos con que si hubiese visto el más mínimo
riesgo no habría hecho nada que le diese quebraderos de cabeza. El hombre podía
permitírselo, lo cuál no signifique que sea lo más acertado porque hay quienes
no pueden asumir semejantes cuotas.
Pero tal vez la solución ideal
sería para el caso A, haber preguntado por cuanto le salía el coste total de un
disco con escaso número de copias y cuanto se llevaría el distribuidor por
colocarle su trabajo en las tiendas. Ya que si el músico del primer ejemplo
peca de pereza, y el segundo caso es un riesgo total poco aconsejable; bien es
verdad que no haciendo lo uno ni lo otro si no todo lo contrario el resultado
sería sencillo: Pagarse el disco de su propio bolsillo con un número de
ejemplares muy bajo hasta darse a conocer y que un distribuidor lo coloque en
tiendas de discos lo antes posible.
De manera que sin asumir riesgos
pero teniendo todo previsto y sin meterse en problemas, siempre hay una opción
inmediata y con buenos resultados. Dado que la cosa no está en cruzarse de
brazos ni tampoco poner uno de su bolsillo jugándose el todo por el todo; si no
obteniendo resultados al menor bajo coste posible y asegurándose de antemano
que el producto estará de cara al público inmediatamente.
Moraleja: No se trata de tirar la
toalla ni tampoco de perder la cabeza si no de usar la sesera para que todo
salga lo mejor posible.