Hubo un tiempo, en el siglo
pasado, que era frecuente ver a algunos hombres hipnotizados leyendo libros de
bolsillo cuya temática era el western. Me pregunto qué habrá pasado con aquella
literatura barata de las viejas novelas del oeste que a mí particularmente no
me atraía pero la encontrabas en cualquier kiosco o en las mesas de las
barberías donde algunos señores mientras guardaban turno se deleitaban con
aquellos libros diminutos y cortos sobre indios y vaqueros. Había tres
modalidades: el lector de libros, el fanático de los cómics y otro tipo de
lector que mataba el rato entreteniéndose con páginas sobre héroes, género
policíaco o novelas del oeste. Los escritores de novela de héroes siguen
plasmando guiones tan admirados por su público que incluso han llegado a la
gran pantalla cinematográfica, pero el género Western salido de los
amarillentos librillos de aquella generación parece que quedó parado en el
tiempo y desde entonces, ya digo, no he vuelto a ver en kioscos ninguno
expuesto para que los lectores del género lo compren cómo en aquellos tiempos.
Tiempos en que era corriente ver a un señor con un mondadientes entre los
labios absorto en aquel tipo de literatura de rifles, cabelleras, caballos y
aventuras. El cine también parece ser que está pausado hace un tiempo en cuanto
a la proyección de este tipo de films con desiertos de fondo, cuáqueros, buenos
y malos. Pero no doy por hecho que no sea un intermedio cultural. Estoy seguro
que algún día volverá la edición de bolsillo dedicada al oeste.