En
estas fechas empezamos a sacar la ropa de invierno: La trenca, el plumas, la
cazadora; la chaqueta; el abrigo; camisas de manga larga; pantalones contra el
frío; camisetas de manga larga para no enfriarnos; botas de agua… Mientras tras
las ventanas observamos el frío glacial así cómo el aire o ventisca helada.
Durante estos días guardamos las prendas de verano y continuamos actualizando
los roperos: Gorro de lana, botas camperas; anorak; zapatillas de invierno;
calcetas de lana gruesa para que nuestros pies no padezcan la humedad… En
España ha comenzado la nieve durante esta semana y eso que aún no ha entrado la
estación del invierno. El paraguas también se hace necesario porque en otros
puntos del mapa está lloviendo abundantemente. Anochece mucho antes con el
horario de invierno y las tardes son más grisáceas comparadas con el verano que
ya terminó, donde los días además de ser más largos eran más cálidos y
soleados.
Así
cómo en la estación que terminó íbamos menos arropados para resistir mejor el
calor, ahora toca abrigarse para no pillar catarros, gripe ni resfriados. Pero
el otoño y el invierno también tienen sus cosas agradables: Reconforta tomar
una taza de café o chocolate caliente para llevar mejor la friolera. También se
agradece entrar a una sala de cine cerrando el paraguas con agilidad
sintiéndonos muy bien gracias a la calefacción. Madrugar se hace más duro
porque no apetece sentir el fresco matutino pero aún así al llegar al lugar de
trabajo o de estudios volvemos a entrar en calor, ya que casi todo está
climatizado. El invierno se hace duro por la brusca bajada de los termómetros,
pero ocurre igual en verano: Que el agobiante calor en ocasiones no se disipa
ni con duchas. Pero los aparatos de aire acondicionado, así cómo los
ventiladores nos ayudan a soportar el clima abrasador.
Así
es la vida: Toca calor o toca frío. A unos les atrae más el clima cálido
mientras otros prefieren lloviznas o nevadas. El tiempo primaveral tal vez sea
el menos complicado: Porque los días pese a ser brillantemente soleados no nos
hacen sudar la gota gorda, si no que se está bien; y la brisa primaveral
tampoco llega a molestar al atardecer. En cambio pasar drásticamente del calor
al frío o viceversa sí que lo notamos. Pero con las prendas de abrigo, los
gorros de lana y los guantes, aunque el clima brinde un temporal altamente
frío, nos sentimos cómodos, arropados y dispuestos a entrar en calor. Abrigaos
que hace mucho frío.