¿Recuerdas
aquellas escenas del cine de antaño que se desarrollaban en el vagón de un tren
cargado de misterio? ¿Has conocido los trenes de antes cuyas ventanillas se
podían abrir al igual que las de los vehículos? Las estaciones antiguas
carecían de tecnología pero eran ricas en aspectos interesantes tales cómo la
campana que tañían para que el ferrocarril hiciera la salida. Los muros de las
estaciones han sido testigos de historias, de los viajeros, muy tristes y otras
a rebosar de felicidad. Viajar de noche mientras la lluvia confortaba al
viajero que bajo techo hacía su itinerario mientras daba una cabezada o leía
una novela eran aspectos agradables. Por contraposición en la actualidad, los
ferrocarriles gozan de una tecnología extraordinaria: Más cómodos y veloces.
Cuando el viaje es muy largo al igual que se hacía en otro tiempo, se descansa
estirando las piernas por el pasillo, yendo a la cafetería para tomar un
tentempié. Y la historia de los trenes es tan agradable que a todos, tanto a
niños cómo a personas mayores siempre nos ha gustado jugar con los trenes
eléctricos en casa. Hay maquetas y vagones de trenes en los establecimientos de
juguetes muy parecidos a los de verdad, sólo que en miniatura. Y en más de una
película se ha recurrido a los trenes de juguete para hacer una toma simulando
un primero plano de cámara entre las vías. Las estaciones de ferrocarriles
siempre conservarán esa grata sensación. Gente que viene y que va, así cómo
destinos a cualquier lugar geográfico.